El objetivo principal de este proyecto es conservar el patrimonio ambiental de la Isla Palacio y utilizar el lugar como campo de entrenamiento para la rehabilitación controlada de fauna silvestre.
La Isla Palacio conserva flora y fauna de un gran valor, exclusiva de Argentina. Por esta razón es un lugar idóneo para la reintroducción de animales que han sido rescatados y rehabilitados en GüiráOga, ofreciéndoles la oportunidad de regresar a la selva. Además, se ha creado una estación biológica para contar con las herramientas necesarias para poder evaluar la evolución de los animales reintroducidos, corroborando su adaptación al medio mediante un periódico monitoreo.
Para lograr el éxito en las liberaciones de fauna silvestre, los veterinarios realizan exámenes sanitarios previos a la liberación de los animales, utilizamos equipos de radiotransmisores y cámaras trampa para el monitoreo de algunos animales, se efectúan relevamientos de flora y fauna y se realizan recorridas permanentes para el control y vigilancia de la isla, dando aviso a guardaparques si hay personas ajenas a la investigación.
Historia de la Isla Palacio:
“Dos quilómetros más arriba del campamento, desembocaba un arroyo por donde los patos solían internarse. Un día decidimos explorarlo y el resultado fue que recorrimos doce quilómetros para volver al Urugua-í, era un brazo del mismo río que formaba una isla de 1600 hectáreas”
Con estas palabras Andrés Gaspar Giai definía en 1950 a la Isla Palacio, que debe su nombre al barrero más importante conocido en Misiones, el “Barrero Palacio” bautizado por Perfecto Rivas, cazador Paraguayo quién según su expresión lo encontró “muy grande y muy bonito”.
Toda la zona de la cuenca baja del Urugua-í se constituyó para los naturalistas y científicos de aquella época, en un área de gran valor científico y educativo. William Partridge y Andrés Giai, colectaron allí la mayoría de las aves, mamíferos, anfibios y reptiles que representan las colecciones de uno de nuestros más importantes museos de ciencias naturales, el Museo Bernardino Rivadavia de Bs. As.
Se intentó conservar el área en la década del 60 por gestión de los Doctores José María Gallardo y Jorge A. Crespo del Museo Rivadavia y el Ing. Jorge Dimitri por Parques Nacionales que intentan bajo un convenio con Perez Companc S.A. la protección del Barrero Palacio. Le siguieron otros intentos por preservar ese ambiente, último escenario del pato serrucho y el lobo gargantilla. Sin embargo y pese a todos los esfuerzos que se realizaron para impedir la destrucción de toda el área, la represa de Urugua-í terminó por inundar no solo el Barrero Palacio, sino toda la cuenca baja del arroyo Urugua-í, perdiéndose para siempre uno de los más importantes ecosistemas selváticos sin que se haya podido estudiar en profundidad.
Nada queda ya de aquel sitio que fuera visitado por aventureros, exploradores, científicos y lugareños. Fue despojada de sus grandes ejemplares arbóreos, su fauna diezmada, sus orillas inundadas, la crecida permanente que dejó solo 160 hectáreas de aquellas 1600 hectáreas de antaño rodeada hoy por una enmarañada cadena de árboles inertes que fueron mudo testigo de su triste final. Sin embargo y a pesar de todo, fue merecidamente declarada Monumento Natural Provincial, para preservar más que un ecosistema, una referencia histórica, folclórica y cultural.