El objetivo de este proyecto es realizar relevamientos de campo que permitan conocer la situación poblacional del águila más poderosa de nuestro país.
Conocé la historia del águila harpía:
La historia de la harpía en Misiones es muy reciente. Citada por naturalistas y aventureros en el siglo pasado, de la harpía poco se sabía.
En 1987 se encuentra oficialmente el primer nido de la especie. A partir de allí, comienzan a sucederse avistajes y se descubren otros nidos.
Después de diferentes estudios se deduce que los nidos se encuentran ubicados a media altura sobre los cerros y cercanos generalmente a afluentes de arroyos. Sin embargo, después de estos hallazgos, se produce un paréntesis de más 10 años sin noticias de la harpía para misiones.
En 1999 realizamos una serie de relevamientos y encuestas con los colonos, en el área de Pozo Azul y en plena serranía, ya que habíamos acumulado una serie de datos que indicaban la presencia de al menos dos o tres nidos en esa zona. Se corrobora la existencia de un nido cuyo árbol fue cortado intencionadamente para la extracción de su pichón y, según versiones, llevado a Brasil. Los otros dos nidos no pudieron ser detectados, pero se halló evidencia de harpías adultas muertas por colonos.
En setiembre del 2003 se halla una pluma en la reserva que la Fundación Vida Silvestre tiene junto al Arroyo Urugua-í. Se trataba de la primaria de un macho de harpía. Poco tiempo después, y a escasos 3.000 metros del sitio de la pluma, un empleado de la firma forestal Alto Paraná, mientras estaba realizando un relevamiento topográfico sobre el arroyo Juanita, filma brevemente a una “gran águila” posada sobre un árbol. Nos envía el material y confirmamos que efectivamente se trata de un juvenil de harpía.
En marzo de 2004 se decide ingresar al área donde fue avistado el juvenil junto a un grupo de voluntarios de la Fundación Félix de Azara. Grata fue nuestra sorpresa, cuando a solo 30 metros de donde había sido filmado en diciembre del 2003, se hallaba el pichón posado sobre un árbol a media altura.
El grupo permaneció cercano al sitio del hallazgo durante 15 días para efectuar observaciones sobre el desplazamiento del juvenil.
Luego de esta permanencia en el área comenzamos a efectuar ingresos periódicos y se monta un campamento permanente donde el objetivo es hallar el nido que se supone se encuentra en las cercanías.
Dado lo accidentado del terreno se dificulta el hallazgo aunque durante la búsqueda es observado reiteradamente el juvenil. Comenzamos a registrar los movimientos del mismo y así es posible determinar que nos encontramos cada vez más cerca del nido.
Afortunadamente en mayo del 2004 logramos encontrar el nido en lo alto de un gran timbó. Se encontraba ubicado en una rama de considerables dimensiones y se presuponía por la cantidad de ramas que contenía el mismo de que se trataba de un nido antiguo pero activo. Lo confirmaban restos de excrementos frescos y el hallazgo de restos óseos.
A escasos metros del nido y al pié de otro árbol gigante hallamos egagrópilas y más restos óseos de mono caí y comadreja overa como así también pelos de coendú.
A partir de ese momento se suman más voluntarios de la Fundación Félix de Azara para colaborar en el seguimiento del águila y paralelamente comienzan las lluvias que impidieron trabajar diariamente, es por ello que a fines de octubre del 2004, abandonamos el área.
Volvimos a tomar contacto con el juvenil en diciembre del mismo año, los datos obtenidos fueron muy valiosos pues se determinó cuales son los requerimientos de los pichones una vez salidos del nido. Eso nos permitió obtener información sobre sus movimientos.
Se deben aunar esfuerzos para realizar un estudio y seguimiento de la población más austral de esta especie en el mundo. La concreción del Corredor Verde Misionero es la esperanza para que la harpía, que hoy sigue íntimamente ligada a lo más profundo de nuestros montes, continúe allí para seguir sorprendiéndonos no solo a nosotros, sino también a quienes nos sucederán.